-A QUIEN LE CAIGA EL SAYO-
Por José Cheo Cruz
Son dignos de compasión todos aquellos políticos de
poca monta que se retratan y postean en sus páginas, junto a toda una montaña
de artículos de primera necesidad que ellos no pagaron ni buscaron ni lo
consiguieron y se retratan solo para buscar pauta, tomándose fotos con artículos
y comestibles que otros los donaron. Esos malditos se pintan como si fueran
unos seres de luz, cuando en la realidad lo que hacen es tratar de coger de
tontejos a la gente para mercadearse como seres humanos desprendidos y
humanitarios quien hace el bien no lo publica ni se vanagloria para sacar
ventaja política de cosas que no ha sido de ellos sino del dinero del propio
pueblo, Dios nos manda a que: Haz bien y no mires a quien.
Quién se aprovecha de la necesidad y el mal que sufre
el prójimo, NO vale nada, es un buscón inmundo y desaprensivo y hasta este
sobre descalificado, para hacerle las vacaciones al Rey de las Moscas y al
Enemigo de las Almas.
Coño, por lo menos una vez en su vida, tengan un
poquito de decoro, vergüenza y dignidad y ya dejen de jugar con el sentimiento
del Pueblo que sufre y esta atravesando por esta calamitosa y tortuosa
situación. Sepan todos ellos que con estas cosas no se juega, ya que tendrán
las consecuencias de sus acciones de proyectar lo que NO son y nunca serán, el
pueblo conoce al ciego durmiendo y al cojo senta’o .
“Dime de qué te jactas y te diré de
qué careces” encierra una gran verdad. El ser humano busca siempre exhibir lo
que considera mejor de sí mismo o de sus posesiones, con el objetivo casi
siempre de sepultar sus flaquezas, de ocultar por lo que piensa será rechazado
de sí o por lo cual pudiera sentirse devaluado, todo por temor a la
descalificación.
Según la psicóloga clínica
y terapeuta familiar Kathya Flores de Abis, “el alarde se traduce como
ostentación y gala que se hace de alguna persona y cosa, ostentar es evidenciar
o mostrar alguna cosa”.
Añade que la palabra es
sinónimo de jactancia o vanagloria y así, hacer gala tiene que ver con “lucir o
preciarse de algo haciendo una alabanza propia presuntuosa. Es decir: “quien
alardea, es alguien que se alaba a sí mismo, jactándose de sí de manera
arrogante”
Muchos individuos
arrogantes como actúan muchos políticos de ahora tienen una falsa amabilidad encantadora, pero
mostrarán su lado cruel con las personas que no sean de su agrado.
Las personas
arrogantes atacan en particular a quienes perciben como una amenaza: mientras
más sepan que un individuo pueda alterar su mundo perfecto imaginario, más lo
criticarán.
Estos políticos
realmente son personas con muy baja autoestima, que carecen o carecieron de
algo primordial para ellos (as), de ahí su baja autoestima.
Por último,
quién realmente es, vale o posee, no necesita alardear, jactarse, presumir, mucho
menos demostrarlo, por la simple razón, “En realidad lo es, o lo posee”, eso se
manifiesta a simple vista.
Dejen el oportunismo
ya y la politiquería con la necesidad del pueblo porque venir en caravana
suntuosa cuando lo que se necesita son los utensilios y las acciones no
alardear andando en jeep lujosos, guaguas de sonido suntuosas y vehículos de lujos
que Barbaridad castígalos, cógele lo que te den y vótale en contra decía Muñoz Marín
dan pena y coraje estos politiqueros de poca monta oportunistas.
Un punto clave de todo este accionar de estos politiqueros de la
partidocracia es que siempre se victimizan, diciéndose así mismos, me hicieron,
me dijeron, me envidian, no me aceptan, me provocaron pobre de mí, y así inconscientemente
justifican el porqué de su altanería.
Pero estas personas se
equivocan en su manera de ver las cosas, ya que con su actitud sólo podrán
comprar el interés y quizás alarde de algunos que, como él, intentan llenar un
vacío existencial con lo material. Se ve un claro ejemplo en quienes trafican
drogas o prostitución. “Con tal de tener, viven perseguidos y siguen
sintiéndose rechazados y vacíos, porque el tener nunca va a llenar el ser, que sólo se
llena con una nutrición espiritual, emocional, relacional y afectiva”, declara
Flores de Abis. Así, quien se vanagloria de sus posesiones termina convertido
en un ser antisocial, que no encaja, y al final lucha inútilmente para terminar
siendo inaceptado, lo que es frustrante.
Una
persona que hace alarde de sus cualidades o posesiones sólo llega a consulta
psicológica cuando las consecuencias de su conducta le han creado conflictos en
sus relaciones más importantes o a nivel social e incluso laboral, serán políticos
derrotados por sus frutos.
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