PRONOSTICO RESERVADO PARA LAS ELECCIONES AMERICANAS

Pocos se atreven a hacer un pronóstico firme sobre el resultado de las elecciones estadounidense del próximo 4 de noviembre. No es fácil; están las encuestas, pero varían según los acontecimientos y en las próximas cuatro semanas van a pasar muchas cosas. Están por otro lado las expresiones de deseos, pero eso ya es otra cosa, y no pronósticos.

Es difícil cuantificar en votos el poder de convocatoria de las propuestas de cambio, mas allá de lo que digan los medios y una cierta elite liberal e intelectual. También lo es saber cuantos son y cuantos de esa mayoría silenciosa, de ese EEUU profundo que se aferra a las fuentes originales, van a votar.

Se ha dicho que la crisis ayuda a Barak Obama. Creo que eso es así, pero no precisamente por ser de la oposición, sino por la conducta medida y responsable asumida ante las soluciones propuestas por la administración Bush y frente los temores, el oportunismo, las tesituras ortodoxas y las veleidades electoralistas que afloran en el Congreso. Al candidato demócrata las urgencias de la hora le han permitido mostrar que no es un mero calculador, un populista demagogo, sino que, puesto en el rol de gobernar, aparece un conductor y administrador de estatura.

Si los que votaran fueran los españoles, entonces sí, ganaría Obama. Casi por unanimidad, si uno se atiene a lo que informan y recogen los medios ibéricos. Buena parte del espacio informativo está dedicado a atacar a la administración Bush en particular y EEUU en general. Trasuntan una especie de fobia que supera incluso a la que reflejan respecto a Israel y a los judíos, que no es menor: sólo los palestinos y los árabes son los buenos y los únicos terroristas y delincuentes que hay en el mundo son los miembros de ETA y de AlcaHeda.

Si un votante estadounidense toma en cuenta lo que los latinos inmigrantes piensan y manifiestan de los EEUU y el apoyo que dan a Obama, seguramente antes de poner su voto por el demócrata lo va a pensar más de una vez.

En América Latina Obama también es favorito. La razón es otra: sencillamente los latinoamericanos se sienten más consustanciados con los demócratas. Los consideran mejores amigos y menos conservadores, menos derechistas. Todo ello sin ningún fundamento, por cuanto en los hechos los gobiernos que más han confrontado y atacado al comunismo y los regímenes socialistas han sido precisamente del partido Demócrata, el que además ha sido siempre más proteccionistas, y en defensa de sus sindicatos y trabajadores le ha limitado el ingreso a los productos de sus vecinos del sur.

Es un hecho además que el discurso de Obama por momentos se parece al de muchos políticos latinoamericanos. Obama lleva arriba la bandera del cambio, como ha pasado en unos cuantos países del Sur, y, como muchos candidatos de los nuevos tiempos, varios ya presidente, puede ser asimilado a la categoría de “outsider”. Son todos datos que también obligan a pensar dos veces lo que se vaya a hacer. Pero los que van a votar van a ser los estadounidenses, los que seguramente muy poco caso van a hacerle a lo que piensen y opinen españoles y latinoamericanos. Sus problemas son internos y en función de ello es que habrán de elegir al hombre que los conduzca y que, antes que nada, los saque del atolladero en que hoy están metidos.

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