COSAS SOBRE EL DOPAJE EN EL DEPORTE
COSAS SOBRE EL DOPAJE EN EL DEPORTE
Por José Cheo Cruz
Buscando en el Internet, he encontrado cosas muy interesantes sobre el dopaje y que echa por tierra la creencia de que el uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, por parte de los atletas, es un mal de estos tiempos.
Esta práctica, peligrosa para la salud de las personas, tiene antecedentes en los juegos olímpicos de la antigua Grecia, es decir que es tan vieja como las mismas competiciones deportivas.
De acuerdo a registros históricos, la primera prueba de la existencia de dopaje se remonta al siglo III antes de Cristo, cuando en las olimpíadas griegas los atletas ingerían sustancias hechas de extractos de hongos y plantas, a fin de mejorar sus actuaciones.
En los tiempos modernos, tenemos el caso del estadounidense Thomas Hicks, ganador en el 1904 de la prueba del maratón en los Juegos Olímpicos de San Luis, gracias a inyecciones de estricnina y la ingesta de huevo crudo y brandy.
En la década de 1920, se dictaron las primeras reglamentaciones contra el dopaje, que se quedaron en letra muerta por la falta de controles adecuados.
Transcurrieron más de 40 años para que las federaciones deportivas internacionales retomaran la lucha contra este flagelo.
No tuvieron más remedio que hacerlo, tras los escándalos que se produjeron por las muertes de los ciclistas Knud Enemark Jensen, en los Juegos Olímpicos de Roma (1960) y de Tom Simpsom, en el Tour de Francia (1967), provocadas por el uso de fármacos.
Igualmente causó conmoción el caso de Eric de Vlaeminck en 1975, quien tuvo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico, debido a problemas mentales derivados del dopaje. Ante esta situación, también los gobiernos tomaron cartas en el asunto y en 1978, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), emitió una Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte, que hace énfasis en la necesidad de proteger los valores éticos y morales del deporte de la plaga del dopaje.
En 1984, el Consejo de Europa adoptó la Carta Europea contra el Dopaje en el Deporte, recomendando a sus Estados Miembros y a las instituciones deportivas nacionales que elaborasen programas educativos y reglamentos antidopaje y creasen laboratorios de análisis e investigación.
En el béisbol
¿A dónde quiero llegar con este recuento histórico sobre el dopaje? Muy simple.
A que siendo el dopaje una práctica tan antigua, es probable que antes de 1998 algunos jugadores de béisbol apelaran a este recurso para mejorar sus estadísticas.
Por su puesto, no creo que en otra época se haya generalizado el uso de químicos en las Grandes Ligas, como sucedió en el período desde mediados de los años ’90 hasta la primera mitad de la década inicial del nuevo milenio.
Tampoco pienso que en el pasado existieran drogas tan poderosas como las que convirtieron en mastodontes a muchos peloteros durante la llamada Era de los Esteroides. Pero, nadie a ciencia cierta puede descartar que en el pasado siglo e incluso antes, hubo jugadores que se doparon y que es posible que ya alguno se encuentren instalados en el Salón de la Fama o en el camino para ser exaltados por no haber sido descubiertos.
Esto lleva a replantear la cuestión, de que si hombres como Barry Bonds, Roger Clemens, Mark McGwire, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro, Alex Rodríguez y Manny Ramírez, sindicados como consumidores de sustancias para aumentar el rendimiento, merecen o no llegar a Cooperstown.
Si es por números, ni hablar, porque nadie en ese aspecto ha sido mejor que ellos en los últimos dos decenios.
No me mal interpreten, pues personalmente opino que el dopaje es uno de los mayores peligros que se ciernen sobre el deporte, pervirtiéndolo y desacreditándolo, y que los usuarios de fármacos prohibidos son unos tramposos.
Sin embargo, ante las dudas, pienso al igual que muchos otros, que los mejores de cada época pertenecen a la casta de los inmortales del béisbol.
Por José Cheo Cruz
Buscando en el Internet, he encontrado cosas muy interesantes sobre el dopaje y que echa por tierra la creencia de que el uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, por parte de los atletas, es un mal de estos tiempos.
Esta práctica, peligrosa para la salud de las personas, tiene antecedentes en los juegos olímpicos de la antigua Grecia, es decir que es tan vieja como las mismas competiciones deportivas.
De acuerdo a registros históricos, la primera prueba de la existencia de dopaje se remonta al siglo III antes de Cristo, cuando en las olimpíadas griegas los atletas ingerían sustancias hechas de extractos de hongos y plantas, a fin de mejorar sus actuaciones.
En los tiempos modernos, tenemos el caso del estadounidense Thomas Hicks, ganador en el 1904 de la prueba del maratón en los Juegos Olímpicos de San Luis, gracias a inyecciones de estricnina y la ingesta de huevo crudo y brandy.
En la década de 1920, se dictaron las primeras reglamentaciones contra el dopaje, que se quedaron en letra muerta por la falta de controles adecuados.
Transcurrieron más de 40 años para que las federaciones deportivas internacionales retomaran la lucha contra este flagelo.
No tuvieron más remedio que hacerlo, tras los escándalos que se produjeron por las muertes de los ciclistas Knud Enemark Jensen, en los Juegos Olímpicos de Roma (1960) y de Tom Simpsom, en el Tour de Francia (1967), provocadas por el uso de fármacos.
Igualmente causó conmoción el caso de Eric de Vlaeminck en 1975, quien tuvo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico, debido a problemas mentales derivados del dopaje. Ante esta situación, también los gobiernos tomaron cartas en el asunto y en 1978, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), emitió una Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte, que hace énfasis en la necesidad de proteger los valores éticos y morales del deporte de la plaga del dopaje.
En 1984, el Consejo de Europa adoptó la Carta Europea contra el Dopaje en el Deporte, recomendando a sus Estados Miembros y a las instituciones deportivas nacionales que elaborasen programas educativos y reglamentos antidopaje y creasen laboratorios de análisis e investigación.
En el béisbol
¿A dónde quiero llegar con este recuento histórico sobre el dopaje? Muy simple.
A que siendo el dopaje una práctica tan antigua, es probable que antes de 1998 algunos jugadores de béisbol apelaran a este recurso para mejorar sus estadísticas.
Por su puesto, no creo que en otra época se haya generalizado el uso de químicos en las Grandes Ligas, como sucedió en el período desde mediados de los años ’90 hasta la primera mitad de la década inicial del nuevo milenio.
Tampoco pienso que en el pasado existieran drogas tan poderosas como las que convirtieron en mastodontes a muchos peloteros durante la llamada Era de los Esteroides. Pero, nadie a ciencia cierta puede descartar que en el pasado siglo e incluso antes, hubo jugadores que se doparon y que es posible que ya alguno se encuentren instalados en el Salón de la Fama o en el camino para ser exaltados por no haber sido descubiertos.
Esto lleva a replantear la cuestión, de que si hombres como Barry Bonds, Roger Clemens, Mark McGwire, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro, Alex Rodríguez y Manny Ramírez, sindicados como consumidores de sustancias para aumentar el rendimiento, merecen o no llegar a Cooperstown.
Si es por números, ni hablar, porque nadie en ese aspecto ha sido mejor que ellos en los últimos dos decenios.
No me mal interpreten, pues personalmente opino que el dopaje es uno de los mayores peligros que se ciernen sobre el deporte, pervirtiéndolo y desacreditándolo, y que los usuarios de fármacos prohibidos son unos tramposos.
Sin embargo, ante las dudas, pienso al igual que muchos otros, que los mejores de cada época pertenecen a la casta de los inmortales del béisbol.
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