LA SILLA GUBERNAMENTAL EN CAROLINA

Por José Cheo Cruz

La situación del director de Obras Publicas de Carolina el Caneco Sr. Víctor Rodríguez Mangual esta que arde, un ex policía de Loiza y que tubo que renunciar de la misma al ser implicado en una violación de una niña, ¡escucharon bien!, ‘LA VIOLACION DE UNA NIÑA”, y que la primera Dama, si se le puede llamar así, Mabel López, ha sabiendas de ese incidente, lo nombró su asistente cuando esta era jefa de infraestructura del Municipio de Carolina y desde entonces este es el alza cola de Mabel en todo, pero en todo, que hasta le alquiló una residencia en el Bo Cacao para los placeres de este mundo a Mabel, y hoy es su perro fiel de su jefa ama como dice él, que mantiene en vilo a los empleados de Obras Publicas del Municipio de Carolina, hostigándolos y fabricándoles caso y constantemente le fabrica casos de persecución maliciosa, diciéndole entre otras cosas, menosprecia la capacidad intelectual de estos, ha creado un ambiente hostil, no le asigna trabajo a algunos y luego los tildas de brutos, vagos e incompetentes Comcel caso de Tato Angulo que lo envío para el hospital de salud mental.

Discrimina por color y raza ya que se cree Argentino, y por otro lado mantiene favoritismo como el caso de Ángel Carrasquillo que viola las normas, disfruta de privilegios y hace lo que le salga del forro y este lo apoya , ya son varios los que este ha mandado para tratamiento psiquiátrico y a la oficina de conflictos patronales del Municipio, ante todo esto los empleados están siendo perseguido por todos lados y maltratados por este señor de la triste figura, el confidente de Mabel López en sus andanzas en Cacao e Isla verde y el mayor colector de la extorsión a los contratistas de la campaña de José Carlos Aponte Dalmau el que finge de alcalde de la ciudad Gigante de Carolina.

Pero parece que la silla a José Calos le queda muy grande o es muy incomoda y veamos esta historia y compárela con la realidad de hoy de la ciudad de Carolina Puerto Rico.

Doroteo Arango, mejor conocido como “Pancho Villa”, el “Centauro del Norte”,en México, se sentó en la silla presidencial sólo para retratarse en ella porque nunca le dio con ser Presidente, y quería tirarse una “fotica” a lo mejicano.

Alegre por la ocasión “jocosa”, invitó al general Emiliano Zapata, el “Centauro del Sur”, a que hiciera lo mismo y posara para las cámaras, como si le prestaran una cosa que no era suya.

El “Místico de la Tierra” se negó diciéndole que él no se sentaba ahí, porque esa silla estaba “encantada”: “Yo no sé lo que tiene esa silla que los hombres buenos que se sientan en ella, se paran malos” dijo, como si denunciara lo que ha venido pasando aquí en Carolina Puerto Rico con José Carlos Aponte Dalmau, que: los liberales cuando llegan al gobierno se convierten en conservadores, como para que prevalezca como sentencia inmutable la afirmación de Estefan Zweig de que: “Los “Jacobinos” como ministros dejan de ser Jacobinos”.

El hermano del general Emiliano Zapata, cuando tomó con sus avanzadas el Palacio de Gobierno en Ciudad de México y vio la silla presidencial, se decepcionó amargamente porque no se la imaginaba así como “poltrona”, sino que la había pensado como silla de montar. La tragedia de Pedro Santana en Republica Dominicana, como político se puede reducir a eso: siempre confundió el asiento presidencial con la silla de su caballo de guerra. Confundió las órdenes de mando, con el murmullo de los legisladores y cuando se “jartaba” del anciano “Palacio de los Gobernadores”, se encaramaba en su potro “Neibano” y se largaba para el “Prado”, desde donde cavilaba, entre el vaho irredento de sus aperos y el tufo hediondo de su cachimbo, con la butaca de sus potestades “medalaganarias” porque para él, siempre fue mejor saberse dueño de “la silla” que sentarse en ella, Jose Carlos ya ni va a Culebra a disfrutar con su pequeño hijo que sabe de relaciones publicas para esa silla más que la directora de prensa del Municipio de Carolina, porque créanme que siempre andaba con su abuelo en la silla montado con el prócer José E. Aponte de La Torre y de él aprendio a trtar y a posar para las cámaras le ha enseñado a todos como deben hacerlo y no les hacen caso.

Para Lilís un dictador presidente Dominicana, gobernar era montar un caballo mañoso. “La silla” que no se defiende desde la cabalgadura se pierde, porque la banda presidencial era “la ñoña” a la que había que atenderle todo reclamo, caramba Jose Carlos atiende a los empleados de Obras Publicas, coge el toro por los cuernos que hay muchos en Carolina y no le niegue sus derechos, al carta que te enviaron APRA que les de cita era para ti, no para tus alza cola, la carta la firma de su puño y letra cuarenta empleados y Víctor el Caneco de Carruzo, ahora los persigue malamente si fue policía corrupto, y que diga donde escondió las armas que utiliza su hijo para asesinar jóvenes de Carolina, incluyendo el que mataron frente al parque de Cacao, en la parada de guagua.

Sobre todo, si usted quería seguir siendo el “hombre de la varita”, tenía que ser “ñoño” con su “silla” y no prestársela a nadie. A José E. Aponte de La Torre le gustaba montar a caballo. Hacerlo con “espuela y fuete” resumía su existencia. Su divisa de “seguiré a caballo” construyendo el futuro hoy, a costa de lo que sea, y súfralo quien lo sufra, sintetizaba su dominio. Mandó al pueblo de Carolina con “mano de hierro” desde su “silla de montar” pero atendía a todos con su cigarrillo a cuesta, y no importaba lo que se dijera, allí estaba no le tenia miedo a nadie, hasta que la muerte lo tumbó del caballo y de “la silla” un maldito día que fue mi desgracia y la del pueblo Gigante y la de los empleados también.
Para Balaguer el Dominicano “la silla”, y sólo eso, era la razón de su existencia.

Amaba “la silla” por permanecer sentado en ella era capaz de cualquier cosa. Cuando habló de la “silla de alfileres” lo hizo para que los demás no se quisieran sentar en ella y le cogieran miedo a “la silla”, en lo que el volvía y se sentaba en ella.

Hipólito Mejía otro presidente Dominicano, dijo haberle “cogido el gustito” al “carguito” y a “la silla”, aunque siempre ha preferido el deleite de las mecedoras y Albita Rivera la Representante, le gusta mas que acostarse con su marido.

José Carlos Aponte Dalmau, alcalde de Carolina, que dice no haber aspirado nunca ha nada, sin lugar a dudas se acostumbró a “la silla”, y no “come cuento con ella” y la puede perder por descuido y por irse para villa y no Villa Carolina.

Vive por la silla y para la silla. Porque soltar “la silla” no es fácil verdad José Carlos Aponte Dalmau. No sólo porque uno se encariña con ella, sino porque hay gente que aunque tú quieras y hagas el amago, no te dejan parar de esa silla “ni por el diablo”.

De todas formas, me parece que a José Carlos Aponte Dalmau la silla lo “estropea”. El alcalde no disfruta “la silla”, la sufre, y aunque aparenta que la domó, siempre será posible que “la silla” dome a uno sin uno darse cuenta. De vez en cuando hay que reparar “la silla”, reajustarla. Sacudir la silla y sus demonios salvar “la silla”. Darle vueltas y hasta cambiarla de posición. “Ensalmar la silla” y darle “tres brinquitos”, es reajustarla para que no se descuadre.

Hasta de estar sentado uno se cansa. Yo no estoy seguro de que “quien va a villa pierde su silla”, pero estoy menos seguro de que “el que va y viene siempre la tiene”.

Estoy convencido de que ¡Hay que volver a las raíces del pueblo de Carolina hay que volver a José E. Aponte de la Torre donde el chisme no tenia cabida, donde se cogía el toro por los cuernos, y de frente no a las espaldas y sin atender a tus empleados que están al grito con este Caneco de Carruzo, Víctor Rodríguez Mangual, que tiene que decir donde escondió las armas de su hijo con la que ha asesinado, a varios jóvenes Carolinenses y el Coronel Caldero López a sabiendas de esto nada hizo, para esclarecer esto.

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