LA CARTA SOBRE LA MESA DEL PPD

Por José Cheo Cruz


La dirigencia del Partido Popular Democrático se ha perdido respeto a sí mismo por lo que debiera tener vedado su propio camino, sin embargo, todavía goza de las indulgencias que le conceden sectores nacionales a sus gobiernos que han sido tan fuertemente impugnados por los desvaríos económicos. Incluso, hasta se permiten ser solidarios con las “protestas epopéyicas” de quienes siguen insumisos al orden y la paz.

Y precisamente, por tener esa conducta se han dedicado a emitir declaraciones propias de agitadores, buscando desacreditar la economía anunciando que el desastre económico que padecemos hoy día en Puerto Rico es culpa del gobernador actual, y que mantiene la inestabilidad y el descrecimiento de Puerto Rico, pero resulta que la carga de la prueba recae en quien acusa, y por tanto, no han podido responder por qué en sus gobiernos De Sila y Aníbal que gozaron a sus anchas de esas facilidades la economía decreció y fuimos al caos que tenemos hoy con un deuda incalculable con miles de millones de dólares en las espaldas. Con temerario alejamiento de la verdad, insisten, y es cierto, en negar todo resultado económico con el tremendismo de la calumnia; a sabiendas que se falsea la verdad, nunca se le ha ocurrido defender al pobre desde la época del cincuenta.

Claro, no se persigue que la divergencia se convierta en convergencia como podría interpretarse, pero existe una forma de desprecio que alcanza su mayor expresión, su mayor irracionalidad cuando ni siquiera se aceptan las opiniones de los organismos internacionales.

O, por decirlo de manera concreta: sus planteamientos rezuman negatividad a todo lo que lleva el sello oficial del PNP.

El PPD pocas veces ha tenido su mente en la resistencia verdadera y genuina. Podría decirse que sus mejores tiempos fueron las décadas de los sesentas y setentas, donde tuvieron una verdadera preocupación por los valores de la ciudadanía, pero a partir de 1988 entraron en una suerte de transmutación que no han podido recomponer ni siquiera con la vivencia de las más duras penas.

Así que la inquietud por el bienestar general no es sincera, pues siguen atados a consejeros con desorbitadas propuestas económicas que sólo expresan enredos y confusión típicas del alarmismo. Gente esta que no lo lleva ni siquiera a una posición como la que ha de esperarse que sea, la de la convivencia interna que por lo menos nos brindaría un sentido de Estado para desplegar una gestión que fomente el espíritu de servicio público por ello se oponen a la Reforma contributiva porque hace que los ricos paguen y los pobre tengan alivio.

Por el contrario, lo que acecha siempre es el alboroto y la división, la multicefalía, que son las señas de identidad del PPDismo que al parecer no han sido sepultadas. No importa el barniz de unidad que se exhibe después de realizar su salomónico “Acuerdo con el sordo y mudo GArcia Padilla”, los bandazos a que nos tienen acostumbrados y que nos llenan de dudas, acribillarán toda posibilidad de éxito.

La oposición responsable que es la oposición constructiva debe expresarse con mesura y equilibrio, y no sólo como censura y despliegue de calificaciones injuriosas, sin guardar respeto por la razonabilidad dejando como resultado que el pueblo recele de sus oscuras administraciones.

Quien lidera la oposición debe actuar coherentemente. Nunca debe traicionar el significado de esa función lanzando manifiestos alarmistas en una suerte de delirio por el caos. No se puede optar por la Gobernacion de Puerto Rico en forma poco honorable apoyándose en el cuanto peor, mejor, pues así es arriesgado para el país porque no es sano ni prudente que lo dirija gente que no es capaz de analizar errores pasados, que no valora los logros presentes, y que carezca de visión para visualizar los acontecimientos futuros. Estas son las verdaderas cartas credenciales del PPD de Luis Muñoz Marin en Puerto Rico.

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