¿QUE LO QUE?

Por José Cheo Cruz


No sé si ahora debería callar… Me lo han aconsejado”.

Pero callarse por prudencia ante la iniquidad, es ser cobarde dos veces, y odio la cobardía.

Un amigo, me ha llamado persuadiéndome para que deje las cosas así”, la propuesta asombra: “hazte el desentendido”, “que siga en lo mío y en mi Deporte Comunitario”, porque tengo “una carrera que cuidar y un gran futuro que preservar”, a mi no me queda de otra que reírme primero y enojarme después.

Consejos para enseñarle al actor principal una falsa realidad, como si necesitaran la confirmación de lo que nunca pasó, retorciendo situaciones que ni siquiera tienen que ver con el amor o el desamor, quizás, exceso de amor, porque eso también daña dulcemente.

Como nada me “apichona”, el juego surrealista, trata de asustar, de sembrar, la estupidez del silencio que ofende o peor aún: “el típico pésame de cornamenta”.

Sin embargo, no se trata tampoco de eso, se trata de desdoblar razones en una sociedad machista, molestar, envilecer o deshonrar, manipular la vergüenza. Y el problema es que yo soy de Carolina y vivo en Carolina y eso acondiciona.

No hablar y “soltar en banda” como diría mi amiguito Joseph Villafaña excelente peloterito de `13 años y que con su jocosidad nos enseña diariamente cosas diferentes e interesantes que ocurrencia las de este jovencito,: “dos mujeres dos problemas una, se va en banda decía recientemente”.

El consejo de callar, es suficiente para que hable, porque soy “cabeza dura”. Solo temo al miedo, no al peligro, mucho menos a la maledicencia, cuando es irresponsable y se esgrime contra unas personas de bien común.

No hay que enseñarme entonces la sombra de la “picota pública”, para disuadirme y lo único que tengo que cuidar y cuidaré con celo de fiera, no es mi imagen pública, sino la cueva del “cachorro” o del Lobo mejor nuestro equipo comunitario que va viento en popa.

Es cierto que si debería, por discreción “mojigata”, ser prudente, y entonces “manejarlo bien”.

Pero no puedo. Debo “manejarlo mal”, pero con la verdad.

Es actitud timorata, hacerse el desentendido, mientras la bola maledicente corre por el camino “que le da la gana”, y los rumores buscan con sevicia reputaciones.

La especulación, el chisme de patio, no son fáciles de frenar, porque por los patios rastreros de la mediocridad corren a su antojo, y el que “da pechuga coge perdigón” esto para los que llaman anónimo sobre mi vida privada y de felicidad que vivo.

Pero tampoco se trata de eso. Se trata de honrar la verdad, promesa política con la que estoy firmemente comprometido, porque creo que es la única forma, como decía Lincoln de reivindicar la calumnia, desenmascarar los farsantes, intrigantes, mentirosos, ultimando los engaños que tanto daño le han hecho al país Puerto Rico.

“Los trapos sucios se lavan en casa”. En este caso, simplemente no hay “trapos sucios” y alguna gente no entiende el asunto, porque quieren saber más de lo que no es, y no hay derecho a violar motivos, que aunque simples solo son nuestros de José Cheo Cruz y su entorno.

Lástima para los que pensaron que iban a golpear su propia bajeza, con la “piedra del escándalo”, porque no hay nada oculto, y no faltan esas llamadas a los comunicadores para insinuar que se corran cosas.

Los que piensan que pueden oscurecer reputaciones, que sepan que no estamos solo, sin importar conveniencias, ni desenlaces.



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