¿Una Utopia? ¿ Una Loquera?

Por José Cheo Cruz


Hoy de madrugada y sin dormir, enfoqué el microscopio del análisis sobre mi accionar y mis motivaciones, y mi reflexión dolió como un parto porque pujaron al hacerse presentes ingratitudes, desafectos e incomprensiones.

Y por encima de esas frustraciones personales, un fuerte sentimiento de desolación que puso en duda todos mis esfuerzos, único tesoro de mi historia, la lucha por un Puerto Rico mejor para vivir, mis luchas por lograr que los pobres tengan justicia social e igualdad ciudadana y que en Puerto Rico no haya cabida para la corrupción gubernamental ni los ladrones de los recursos del estado, estos si que viven en opulencia en francachela y fiestas.

Un pérfido ¿vale la pena, Cheo Cruz seguir? se presentó como endriago maléfico y me puso a temblar y a pensar, se me fue el sueño que luche para obtener desde las 7:00 de la noche.

Un toque aparentemente intrascendente apretó más la tuerca, profundizó la espina que me enconaba en las incertidumbres de si estoy o no estoy en lo justo:

“El corazón nunca pasa de moda.” Si la utopía no existe, si soy un “demodeé” empecinado en mantener un sueño que se desvaneció entre Maquiavelo y Hayek, ¡cuánta razón tendrían mis hijos, mi compañera y mis nietos al demandar que me aleje de las luchas por el desvalido! Si hasta en lo económico me han apretado las tuercas y tengo que resolverlo todo.

Pero, ¿cómo alejarse de lo que es uno mismo, consustanciado en mi memoria con las mejores batallas de mi vida, inyectándome bríos cuando me desaliento o me desanimo, llegando de repente cuando se llena de fracasos la noche para imponerme la espera de la madrugada con sus luces?

Me sacudo a mí mismo. Sí, vivo en la utopía. Repito, casi a gritos, ante las reprensiones familiares, gracias mi hija Martha, ante mis dudas y la compasión del otro, en palabras de Benedetti, que creo en ella. “….Oculta en las arrugas de mi fe exasperada y fiel como una llama.” Seguiré a Caballo u a pie por los pobres, por los que no tienen quien los defienda, como decía el general aquel, quien me quiera, que me quiera de la manera que soy, y he sido toda mi vida, el que no, buen viaje por otra carretera si he pasado de todo, he sido muerto parao también, si no lo hago por camándulas económicas, ni por reconocimientos baladíes, gracias a la pareja de amigos preocupados por mi vida vinieron anoche a conversar conmigo para que me cuidara por que escucharon que me harían daños físicos, gracias de nuevo, amigos, si Dios esta con nosotros nadie contra nosotros Ameeeeeen.

Y yo, que recibí como disparo, ese epitafio a lo que soy y lo que tengo, esa descalificación a mi oficio perenne, no pude en ese momento contestar con un verso de Benedetti, a quien me aferro en estos días difíciles o con tararear junto a Sabina y Serrat “que el corazón nunca pasa de moda.”, ¿cómo alejarse de lo que es uno mismo, consustanciado en mi memoria con las mejores batallas de mi vida, inyectándome bríos cuando me desaliento, llegando de repente cuando se llena de fracasos la noche para imponerme la espera de la madrugada con sus luces? Me sacudo a mí mismo de nuevo. Sí, vivo en la utopía. Repito, casi a gritos, ante las reprensiones, ante mis dudas y la compasión del otro, en palabras de Benedetti, que creo en ella. “….Oculta en las arrugas de mi y fiel como una llama.”! Buen día para todos!

Nota: hoy es sábado de madrugada esta es mi reflexión trasnochada de noviembre 13 de 2010.

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