¡PUERTO RICO!..... EL PUEBLO AL PODER
Por José Cheo Cruz
Puerto Rico vive momentos bien difíciles en estos momentos, no hay en el horizonte inmediato, indicio de que esto mejorara de ninguna manera, ni con la reelección ni con un nuevo gobierno del PPD, aunque hay quienes dicen que es mejor un malo conocido que uno por conocer, porque aquí no se discuten ideas, aquí es ilusión mediática para engañar y seguir con el cuento tan milenario desde Don Luís Muñoz Marín, Don Luís A. Ferre, y la secuela de gobernantes que hemos tenidos todos viven y fomentan la partidocracia y el clientelismo, el mejor ejemplo el discurso reciente desde el hemiciclo de Thomas Rivera Schatz.
Pero nuestra primera prioridad en materia institucional debe estar orientada al fortalecimiento de la posición de los ciudadanos frente al poder descomunal estatal.
Tenemos otras muchas prioridades, es cierto, pero la experiencia política de las últimas décadas indica que nos hemos empantanado en el esfuerzo por consolidar las instituciones y con ello la democracia, cuya práctica entre nosotros sigue siendo débil y excluyente. Así, con el correr del tiempo, hemos destruido la capacidad de los ciudadanos para controlar de manera eficaz al Estado y a sus organismos represivos aquí las cosas están muy buenas para el grupito del anillo panacea del gobernante de turno, en este caso de Luís Fortuño Burcet, que esta por cierto al borde del precipicio, aunque se puede salvar si se lo proponen con honestidad y unidad colectiva no de aspiraciones individuales, como al que exhiben Pedro Pierluissi, Thomas Rivera Schatz y otros siete fundillistas, que muerto el perro se le va la pulga.
Lo que no acaba de entender el liderazgo político, tal vez porque no le conviene hacerlo, es que nuestra primera y más importante prioridad en el ámbito institucional se reduce a la necesidad de crear una opinión pública con suficiente peso para controlar un poder estatal que cada vez se proyecta más dominador con efectos embrutecedores de la conciencia cívica de los Puertorriqueños, vaya a un agencia con una política aceptable u excelente de parte de su Secretario, pero que los atornillados y sus alicates lo dañan todo, ese es el caso de un excelente ser humano y mejor secretario Henry Neumann, dice una cosa y sus allegados otra, tratan de que quede mal, pero lo mal quitado no luce.
La discusión alrededor primero de la situación Universitaria, de la crisis económica heredada y que los causantes de ella se quieren ahora blanquear y zafar de su accionar culposo, diciendo que “ellos lo hacen mejor”, ¿a quien van a engañar?, con espejismos, yo espero que el pueblo no olvide y la que ha seguido sobre el alcance de la misma es una prueba fehaciente de nuestra frágil institucionalidad y del poco valor que las opiniones ciudadanas tienen en la formulación y aplicación de políticas públicas, lo que ha permitido a la clase política un dominio casi absoluto de la vida Insular Puertorriqueña en todos los sentidos, con un lógico resquebrajamiento del respeto a las leyes y a la ética, sin costo alguno para los infractores.
La democracia no alcanzará en este país un estadio ideal de seguridad ciudadana, mientras no seamos capaces de crear instituciones idóneas y respetables que suplanten el predominio de una clase política anquilosada y corrupta que ve en el ascenso al poder una oportunidad personal y no la de mejorar al país y garantizar la felicidad de un pueblo hastiado ya de las decepciones que resultan de las promesas incumplidas.
Pero nuestra primera prioridad en materia institucional debe estar orientada al fortalecimiento de la posición de los ciudadanos frente al poder descomunal estatal.
Tenemos otras muchas prioridades, es cierto, pero la experiencia política de las últimas décadas indica que nos hemos empantanado en el esfuerzo por consolidar las instituciones y con ello la democracia, cuya práctica entre nosotros sigue siendo débil y excluyente. Así, con el correr del tiempo, hemos destruido la capacidad de los ciudadanos para controlar de manera eficaz al Estado y a sus organismos represivos aquí las cosas están muy buenas para el grupito del anillo panacea del gobernante de turno, en este caso de Luís Fortuño Burcet, que esta por cierto al borde del precipicio, aunque se puede salvar si se lo proponen con honestidad y unidad colectiva no de aspiraciones individuales, como al que exhiben Pedro Pierluissi, Thomas Rivera Schatz y otros siete fundillistas, que muerto el perro se le va la pulga.
Lo que no acaba de entender el liderazgo político, tal vez porque no le conviene hacerlo, es que nuestra primera y más importante prioridad en el ámbito institucional se reduce a la necesidad de crear una opinión pública con suficiente peso para controlar un poder estatal que cada vez se proyecta más dominador con efectos embrutecedores de la conciencia cívica de los Puertorriqueños, vaya a un agencia con una política aceptable u excelente de parte de su Secretario, pero que los atornillados y sus alicates lo dañan todo, ese es el caso de un excelente ser humano y mejor secretario Henry Neumann, dice una cosa y sus allegados otra, tratan de que quede mal, pero lo mal quitado no luce.
La discusión alrededor primero de la situación Universitaria, de la crisis económica heredada y que los causantes de ella se quieren ahora blanquear y zafar de su accionar culposo, diciendo que “ellos lo hacen mejor”, ¿a quien van a engañar?, con espejismos, yo espero que el pueblo no olvide y la que ha seguido sobre el alcance de la misma es una prueba fehaciente de nuestra frágil institucionalidad y del poco valor que las opiniones ciudadanas tienen en la formulación y aplicación de políticas públicas, lo que ha permitido a la clase política un dominio casi absoluto de la vida Insular Puertorriqueña en todos los sentidos, con un lógico resquebrajamiento del respeto a las leyes y a la ética, sin costo alguno para los infractores.
La democracia no alcanzará en este país un estadio ideal de seguridad ciudadana, mientras no seamos capaces de crear instituciones idóneas y respetables que suplanten el predominio de una clase política anquilosada y corrupta que ve en el ascenso al poder una oportunidad personal y no la de mejorar al país y garantizar la felicidad de un pueblo hastiado ya de las decepciones que resultan de las promesas incumplidas.
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