LA ENERGIA RENOVABLE TEMA DE IMPORTANCIA PARA PUERTO RICO.

A cada crisis en el Medio Oriente, con el consecuente aumento en el precio del petróleo, especialistas y gobiernos retoman el tema de las fuentes alternativas y renovables de energía. Ya no debería ser así. Desde los años 70, todos sabemos que el petróleo es un producto inestable tanto en precio cuanto en suministro.


Además de caro y contaminante, el combustible fósil tiene otra característica negativa: es agotable. Cuando se acabe, distinguido lector, usted y yo ya no estaremos aquí. Nuestros hijos y nietos, sin embargo, sí estarán. Así que por lo menos desde la primera gran crisis del petróleo, la seguridad energética constituye prioridad para los países que tienen en los combustibles fósiles su principal fuente de energía. Ante ese cuadro, hay que evaluar alternativas. El etanol es la más obvia (y probada, y desarrollada).

Principal productor mundial de etanol (y también de azúcar), Brasil viene desarrollando los biocombustibles hace ya 40 años y es referencia mundial en materia de su producción y utilización. Creo, por lo tanto, que mi mejor contribución al debate actual sobre cómo enfrentar la inestabilidad del petróleo como fuente energética sería hablar de la experiencia brasileña, no sin antes reafirmar que Brasil mantiene su compromiso con los biocombustibles, pese a sus nuevos hallazgos de petróleo y además se puede unir a Cuba y dejarnos de chiquitas unirnos todos los Latinoamericanos para resolver todo esto.

Hoy, las energías renovables representan más del 47% de la matriz energética brasileña. Para efectos de comparación, recuerdo que el promedio mundial es de 13% y que entre los países más desarrollados esa cifra cae para 6%. Cabe agregar, por otro lado, que desde la introducción del programa “Proalcohol” por el Gobierno de mi país, en los años 70, Brasil evitó la emisión de 850 millones de toneladas de gases de efecto estufa (GEE) en la atmósfera. El etanol es, por lo tanto, un combustible confiable; capaz de abastecer la enorme flota vehicular brasileña. Limpio, ya que reduce en 61% la emisión de GEE comparado con la gasolina, y renovable, algo fundamental cuando la alternativa es un combustible cuyas reservas se agotarán en el futuro.

El primer carro movido a alcohol en Brasil circuló en 1929. No pasó de un experimento. En aquellos tiempos, el petróleo era tan barato que no había espacio para otros combustibles. Además, casi no existían, entonces, había preocupaciones con el calentamiento global, la contaminación y el agotamiento de los combustibles fósiles.

En ese contexto, solo un factor exógeno podría incentivar el desarrollo de combustibles alternativos. Para Brasil, ese impulso llegó con la primera crisis del petróleo, que llevó el Gobierno a crear el “Proalcohol”. El impulso definitivo, sin embargo, vino al principio de este siglo, cuando los precios del petróleo se dispararon otra vez y la industria automovilística brasileña desarrolló el auto “biocombustible” (flex fuel). Ese vehículo permite al consumidor elegir qué combustible o mezcla de combustibles utilizar. Se pueden mezclar etanol y gasolina en cualquier proporción, o bien se puede utilizar apenas etanol o apenas gasolina. Todo depende de factores como el precio de los productos, su disponibilidad y el gusto del consumidor. Los autos funcionan con cualquier mezcla.

Con la enorme aceptación popular de los autos flex fuel y con la mezcla obligatoria de entre 20% y 25% de etanol en la gasolina, Brasil se tornó el primer país en que la gasolina ñy no el etanolñ es el combustible alternativo. El logro no es pequeño, cuando se considera que la flota brasileña cuenta cerca de 60 millones de vehículos.

El avance brasileño en los biocombustibles es fruto de políticas específicas y trabajo de gobierno, empresarios e investigadores. Políticas de gobierno, como la mezcla obligatoria de etanol en la gasolina, crearon un enorme mercado consumidor de etanol. Ese mercado incentivó empresarios e investigadores a trabajar con el gobierno para desarrollar tecnologías capaces de ofertar una alternativa energética renovable y ambientalmente limpia. Progresos en biotecnología elevaron la productividad de la caña, aumentando significativamente la producción por hectárea, a la vez que nuevos productos eran obtenidos del vegetal. Hoy, en Brasil, de la caña se produce no apenas azúcar y etanol, más también electricidad y plásticos, entre otros productos.

Además, la bioenergía y el uso de los combustibles renovables tienen enorme potencial de generación de empleos y de ingresos. En la década de 1970, el “Proalcohol” creó más de un millón de nuevos puestos de trabajo. A lo largo del tiempo, los salarios en la industria sucro-alcoholera llegaron a ser los más altos del sector campesino brasileño.

Además, el progreso del etanol en Brasil, y en Estados Unidos, el otro grande productor del combustible, llevó la Agencia de Protección del Medio Ambiente estadounidense, la EPA, a conceder al etanol de caña el estatus de “biocombustible avanzado”. Ese reconocimiento fue resultado de estudios que confirmaron reducción de 61% en la emisión de gases de efecto estufa al substituir gasolina por etanol. El anuncio de la EPA, además de reconocer los beneficios ambientales, confirmó el inmenso potencial comercial del biocombustible. El Congreso norteamericano determinó que, para 2022, el consumo de energía en los EUA deberá incluir 80 mil millones de litros de “biocombustibles avanzados”. De esos, 15 mil millones podrán venir del etanol de caña, 10 veces las actuales exportaciones brasileñas de ese producto para los EUA.

Imaginen el revolucionario potencial económico del etanol, fuente de energía limpia, renovable, socialmente incluyente, y con un enorme mercado importador cerca de aquí. Sumen a eso el deseo de Brasil y Estados Unidos de que Puerto Rico y el Caribe, se conviertan en productores del biocombustible y, por ende, en exportadores de energía, pero ya Puerto Rico no produce suficiente caña de azúcar.

En ese contexto, en 2007, los dos países firmaron un memorando de entendimiento para incentivar la producción de etanol de caña en algunos países de América Central y del Caribe. Entre esos países, la República Dominicana fue identificada como uno de los que posee mayor potencial para la producción del biocombustible. Como resultado, la reconocida Fundación Getulio Vargas (FGV), de Brasil, viene desarrollando proyecto para la instalación en este país de una destilería de etanol con capacidad de moler 2 millones de toneladas de caña y producir 160 millones de litros de etanol por año. La capacidad de la destilería podría ser duplicada, con la mezcla, en partes iguales, de etanol importado y etanol caribeño, Cuba seria una buena fuente para el etanol, pero la politiquería no nos deja, lo que elevaría la capacidad para 320 millones de litros al año. El proyecto, que es financiado por el BID y será presentado a inversionistas, prevé el uso de tecnología moderna y de variedad de caña más productiva que la aquí utilizada, además de contemplar la generación de electricidad.

Entonces si que seria energía verde no de embustes y mediáticos como ahora con el gasoducto y sus consecuencias.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA HISTORIA DE ABSALON EL HIJO DEL REY DAVID Y CAROLINA

EL PAJARO SE CONOCE POR LA CHURRETA

EL PPD Y EL MUÑECO DE LOS SIETE CULOS