A MI PADRE

Por José Cheo Cruz
Los héroes no tienen votos. En su martirologio no alcanzan el tiempo presente, pero un día el tiempo presente será tiempo pasado, irremediable, y entonces, de la cosecha del pasado histórico, saldrán a relucir los valores, los gestos audaces, el sentido del deber, la pasión por la libertad. Y los que solamente buscaron votos y cámaras, los que colapsaron y se rindieron al presente escuálido, los que decidieron vivir sus vidas pequeñas y las despojaron de soles y luciérnagas, naufragarán en su olvido y sumisión exitosa. Los mártires no suman votos pero suman valores, relámpagos que hermosean la vida, llamadas puntuales a la dignidad de una nación, al momento estelar, donde los dioses de la historia piden el sacrificio de sus mejores hijos.
En un recodo del camino hay un comandante Cucaracha 20 que espera, no tiene prisa, asumió las dimensiones sociales y humanas de su época, y lo dejó todo por servir, por ser consecuente, por no ser indigno de sus compañeros revolucionarios, a quienes él convocó a la lucha por la constitucionalidad, y luego les reclamó la defensa de la soberanía nacional de su patria Dominicana.
Estuvo inquieto cuando las hordas deshonrosas de los cuerpos castrenses, irrumpieron la madrugada del 25 de septiembre de 1963 en el Palacio Nacional, para deponer al mandatario democrático y de conducta progresista, quien había sido elegido por el voto de las mayorías nacionales en las primeras elecciones libres celebradas después del ajusticiamiento del tirano Trujillo a quien había combatido con un seudónimo de La Lechuza desde Puerto Rico. Sus actos de Abril de 1963 hubiese sido, quizás, una inmolación, pero un gesto como ese, hubiese roto la unidad militar e iniciada la resistencia popular hacia la reposición constitucional. Estuvo al punto de tomar por asalto el cuartel del enemigo Transportación en el ensanche la Fe.
Lo intentó decididamente, para limpiar de escorias sus fortificaciones y darle al Gobierno constitucionalista en armas, la posibilidad de negociar en mejores condiciones la “fórmula Guzmán”. llegó a disparar tres cargadores de su fusil, avanzando, desoyendo la voz de mando del coronel Manuel Montes Arache, y de otros militares activos,  cuándo los héroes nimbados por la luz de la historia, retroceden? ¿Volver acaso a la casa de cita donde pernotaban los Cucaracha 20 Juan Miguel, Cesar López mis primos, Avanzando, saltando sobre las balas asesinas del invasor y tomando el espacio lateral del garaje de los tanques, se podía y se pudo apoderar de la fabrica de clavo en la Máximo Gómez todavía se ignora que los efectivos de la brigada del “Clan de San Cristóbal”, apertrechados en los entornos, abandonó sus posiciones, incluso una poderosa arma calibre 50 que daba a los patios de las casas vecinas (entre ellas la de mi propia madre), silenciada por los disparos del coronel y los jóvenes del movimiento revolucionario Constitucionalista Dominicano que lo acompañaban? Fue la barrera de fuego del ejército interventor la que salvó a los ocupantes de la parte alta de la Capital Dominicana a la calle, desde los callejones vecinos, no retrocedió nunca la lechuza seguía y seguía luchando sin ser militar nunca.
No se puede juzgar su actitud al margen de su ejemplo, de su legado, de su honor. Su valentía y coraje, aquella tarde, trazaron una línea de diferenciación ética, que todavía no cruzan los traidores, los desertores, los colaboracionistas. “La fórmula Guzmán o McGeorge Bundy”, estuvo al punto de concretarse.
Fe enviado por el presidente para oficializar las propuestas aprobadas con la comisión de liberales norteamericanos y puertorriqueños, un gobierno de transición democrática, que el presidente Johnson había aceptado para, como dijera el gobernador Muñoz Marín, “sacar las patas de Santo Domingo”. Bosch tuvo que emplearse a fondo para convencerlo para que viajáramos un avión de carga a Puerto Rico. Esta fórmula ideada por el secretario Mc Bundy, uno de los asistentes especiales del presidente Johnson, llevaba como Presidente a don Antonio Guzmán, considerado hombre de Bosch.
El comandante Cucaracha 20 dio un salto hacia la gloria, nos enseñó con la cuota de su propia sangre, su vida desordenada en lo personal pero de muchos principios morales revolucionarios, lo que significa el valor y el patriotismo. No lo queríamos muerto sino vivo, junto a el pueblo. Pero ahora lo tenemos iluminando la patria entera, sirviendo de arquetipo a los jóvenes oficiales de nuestras generaciones enteras en Puerto Rico y Republica Dominicana. Ahora lo llevaremos al Panteón del mundo de libertad y democracia, junto a sus hijos y sus nietos, ahora que hay mucho ruido, iremos en silencio llevando una gigantesca bandera de lucha por la libertad y la democracia murió siendo Estadista para Puerto Rico y enterrado en Levitown Toa Baja. Que no nos confundan. Vamos como Patria la patria es donde se vive no donde se nace, fue un ciudadano del mundo, ahora esta junto a mi madre y junto a mi querida hermana Lesbia Cruz Jiménez.
Vamos emocionados a llevar los restos y su historia, como se lleva un sueño hermoso, una prenda preciosa, polvo enamorado, soldado invencible, cuyas ideas tremolan sobre el altar más alto de la Patria del mundo libre.

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