LA CAMPANA, LAS PALABRAS, Y LA ACCION
Por Jose Cheo Cruz
“A los Puertorriqueños
se les está encalleciendo la conciencia”
. el río vuelve a pasar por los mismos cauces: igual a lo que sucedió a partir
de 1952, se va quitando importancia a lo importante, se toleran cada vez más
las “travesuras”, se consolida un círculo de áulicos, los “validos“ del
“Príncipe”, a quienes todo les está permitido cuando no celebrado. La justicia
se relaja poco a poco, hasta que otorga lenidad e impunidad, como dispensas
absolutas”.
Desde los
primeros balbuceos del niño, pensamiento y palabra, se van articulando al punto
que uno y otra, a pasar de la individualidad, se vuelven inseparables, se
convierten en la unidad que ha servido de instrumento al hombre para, junto al
trabajo, acción que le dio la condición de animal superior, conocer la
naturaleza, dominarla, enseñorearse de ella, ponerla a su servicio y crear
civilizaciones marcadas por sociedades construidas sobre las miserias y
las riquezas humanas.
Las palabras
pues, son la expresión de nuestros pensamientos. A través de ellas evacuamos lo
que se fue anidando en los espacios cerebrales, que neurotransmisores llenaron
de lo que fueron recogiendo por vía de nuestros diferentes puntos sensoriales y
que nos fueron forjando hasta construir el ser social que el medio ambiente y
las informaciones genéticas moldearon. La palabra, aunque represente conceptos,
tiene tonos y matices que pueden contaminarlos o cambiarlos. Ella también se
hace acompañar de movimientos corporales que bien le pueden dar fuerza,
quitarle o incluso anularla; esto ocurre cuando existe un divorcio entre los
ademanes y lo que se va diciendo así actúan hoy en Carolina.
Pues bien, de
todo lo anterior se desprenden dos cosas, la primera es la apreciación, por el
contenido de las palabras, de lo que guarda un cerebro; y la segunda, la clave
para descifrar la mentira al momento de ver si lo que se dice, y el tono y
acento en que se dice, llevan armonía con los ademanes. Con estos
elementos, en apariencias superficiales, podemos tener un retrato interior de
un individuo como Jose Carlos que nos hemos propuesto observar y estudiar en
estos pasados cinco anos.
Durante un
proceso electoral estos elementos son importantes para conocer a los
candidatos; con ellos determinamos con cierta facilidad si el individuo que me
vende un programa, lo conoce o se lo dictaron. Prestar atención a las palabras
improvisadas es clave, porque las palabras si son prestadas y memorizadas, no
tendrán el énfasis, el tono o la fuerza del concepto dominado; y si son
propias, producto de un esfuerzo intelectual, que siempre va de la mano del
empeño y la convicción, encajarán de manera natural con el lenguaje corporal.
A lo largo de
todo este tiempo y de la insipiente campaña electoral que culminará con el
certamen del próximo 6 de noviembre y que está marcada por la bipolarización,
los candidatos se han expuesto de manera suficiente para que el electorado al
día de hoy, y a la luz de lo que hemos planteado, tenga una evaluación de las
ofertas no hay que esperar mucho mas a todos los conocemos aunque vengan
disfrazaos.
Insultos no
son programas y la lectura de propuestas no encarna convicciones; la fuerza de
un discurso creíble y esperanzador, la dan los gestos y el dominio de éste, que
enseña la radiografía cerebral del individuo que se formó y preparó para hacer
cosas nuevas, para promover un cambio mejor y seguro, prometiendo corregir lo
que está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se ha hecho
cuando usted escucha las muletillas ¡Arriba la Palma! O Arriba la Pava! Esos no
saben de que caramba hablar eso es memorizado y la forma de comprar aplausos en
la audiencia y una manera de encubrir de que no tiene nada en el cerebro, es un
descerebrado buscando colarse y llenar sus bolsillos.
Es preciso
buscar soluciones efectivas a la hora de superar la crisis que estamos
sufriendo. Por eso, resulta conveniente influir para mejorar. Puede influir el
maestro sobre sus alumnos, los padres sobre sus hijos, los políticos sobre sus
ciudadanos, los médicos sobre sus pacientes, los ministros y sacerdotes sobre
sus fieles. Todos, de alguna manera, podemos influir para lograr un mundo
mejor.
Se puede
aprender la manera de influir positivamente, Vale la pena hacer el esfuerzo,
evitando improvisaciones. El que mejor sabe improvisar es el que se prepara con
más diligencia. Winston Churchill solía decir: “Me voy a preparar la
improvisación de mañana. La preparación adecuada, puntual, resulta esencial
para el que quiere dejar huella positiva en la sociedad y en las personas.
Con el tiempo
me he dado cuenta que en el mundo hay dos clases de personas: las que han
sufrido alguna crisis, y las que van a sufrirla en el futuro.
Lo que
realmente resulta importante es influir sin manipular, educar sin obligar,
orientar sin empujar, aconsejar sin exigir, escuchar sin juzgar, proponer sin
imponer. se va quitando importancia a lo importante, se toleran cada vez más
las “travesuras”, se consolida un círculo de áulicos, los “validos“ del
“Príncipe”, a quienes todo les está permitido cuando no celebrado. La justicia
se relaja poco a poco, hasta que otorga lenidad e impunidad, como dispensas
absolutas.
En ese caldo
impuro de cultivo, una fea planta monstruosa ha germinado, crece sus tentáculos
que asfixian. La corrupción, pese a la denuncia valiente de unos cuantos, este
pueblo Carolina y este país empezó a parecerse a la “Casa Tomada” de Cortázar:
la corrupción ya se instala glotonamente en despachos elevados, en oficinas
políticas, en negocios privados, ante una laxa indiferencia. Casi podía decirse
que ha logrado colarse como parte de nuestra caribeña cultura.
Nos enseña
Platón: “Con la buena educación, el ser humano se convierte en una criatura
mansa y divina. Pero, sin educación, el ser humano se convierte en el más feroz
de los animales. La educación y la enseñanza hacen mejores a los buenos, y
logra que los malos sean buenos.
En pleno
siglo XXI vamos por el mismo camino.
El actual
gobierno Municipal de Carolina del Principito Jose Carlos Aponte Dalmau vende
una falsa imagen “democrática” en el exterior contraria a su práctica
permanente, caracterizada por violentar todos los principios éticos y una
mayúscula burla sistematizada que oculta o disimula mediante un grosero manejo
mediático.
Sería bueno
que los organismos decentes, religiosos, Legislativos, judicial y gubernamental
comprueben en el terreno de los hechos el empleo del “aparato del Estado en
Carolina” y de otros poderes fácticos a favor de una causa ignominiosa.
La “d” “e”
“m” “o” “c” “r” “a” “c” “i” “a” para el Principito tiene comillas en cada
letra.
A los del PNP
les digo los principios de la Estadidad son incompatibles con hacerse de la
vista gorda y los oídos sordos ante ese burdo entrecomillado.
En este país
Puerto Rico tienen derechos los de arriba, los del medio, los de abajo, y los
de cada lado, pero en Carolina no hay derecho para los disidentes, por eso son
una dictadura.
Si el, Luis
Fortuño se deja maniatar con el “secuestro” de los corruptos Buscones
incumbentes de Carolina, ese es su problema, fíjense en el caso de denuncia de
falsificación de documentos y de inmoralidades de Elizabeth Cazado ¿que han
hecho? echarle tierra para que se olvide y pase desapercibido, y no estoy
diciendo que eso es verdad es que se investigue a la luz de las denuncias del
ex esposo sin encubrimientos, pero la peste de la caca sale como quiera.
JI no lo
hacen ya veremos el entierro o la
cremación del PNP en Carolina con flores y con velas.
Pero la
conciencia ciudadana Carolinense trasciende el PNP, el PPD y toda la
partidocracia carcomida.
El Estado de
Derecho está hecho trizas.
Las malas
artes son ya parte de nuestro amargo pan cotidiano.
Si Luis Fortuño y su gente enajenada en su egocentrismo
y despe3rdicio como los que mienten con
ofrecimientos falsos al pueblo y enajenación maliciosa no se dan cuenta,
incumplen su misión de bien común y democracia.
Obviamente
corresponde a los Carolinense forjar su destino, palmo a palmo.
En nuestro
pueblo Carolina el PNP y el PPD son problemas y no soluciones en el camino liberador
del pueblo.
Mientras
tanto, veremos nuevas travesuras de los “demócratas” impolutos.
No importa.
Porque en Carolina No hay Principito ni PPD que dure 100 años ni pueblo que lo
resista.
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