LOS IDEALISTAS Y FOTUTOS POLITICOS
Por Redacción de Radio El
Faropr.com
Según muchos psicólogos, el idolatrar a figuras del
mundo de la política es normal, el problema comienza cuando se pierde el juicio
de la realidad y se cae en un fanatismo extremo. Algunas personas que pueden
haber vivido eventos traumáticos y que están muy frustradas en sus aspiraciones
personales y de todo lo que acontece a su alrededor y viven en negación habrán
de mostrar ese comportamiento.
Cuando estas personas pierden su capacidad también
pierden el juicio de evaluar las cosas que demuestren su madurez en aceptar las
verdades que molestan e incomodan. A estas personas sus falsos ídolos les
producen la exacerbación negativa de todo aquello a que desean aspirar en la
vida. En psicología ese deseo incontrolable de abrirse camino, no importa cuán
grandes sean sus mentiras y la ausencia de la realidad en tiempo real para
tratar de imponerse, se llama el “Ideal del Yoista”.
En muchas ocasiones ese falso ideal está basado en
falsos hechos, y creencias que le han
sido falsamente inculcados desde niños. El ideal del yoista es un desafío que
lleva a muchos a pretender creerse mejores que los demás, sin embargo cuando
ellos crean en su mentes sus propios ídolos a los que desean imitar y no pueden,
ese ideal se les vuelve incansable y comienzan a distorsionar la probabilidad
de asemejarse a ese ídolo, generando el fenómeno de la idolatría y el fanatismo
extremo.
Todos ellos se convierten en fotuteros y vuvuzelas baratas
y como rémoras adheridas al tiburón de la burguesía oportunista y colonialista son
los mismos que les da igual el ser a veces rojos como las manzanas y verdes
como los limones, cuando así les conviene a sus intereses. Quien no se respeta
a sí mismo y se deja humillar por los de su propio partido, no puede exigir
respeto alguno de sus adversarios políticos.
A quien le caiga el sayo que se lo ponga y se deje de
andar de apologista de la mentira y la maldad del acontecer diario de Puerto
Rico.
La más importante lección que deben aprender la gente que se convierte
en corneta desafinada de las acciones de los politiqueros y gobernantes de turno
y que intentan encauzarse en este oficio
es la obligación moral de mantenerse alejado de aquello sobre lo que
informan e investigan porque si son empleados y tienen un puestecito de
confianza quien les va a creer lo que enarbolan y escriben.
El peor error es entregarse a un líder o gobernador, sea por afecto,
afinidad o encanto. La entrega del corazón va irremediablemente seguida de la
pérdida del cerebro.
El sentido de la proporción se pierde y con ello la objetividad y la
independencia y si habías ganado algún liderato y apoyo de seguro que lo perderá
por lamber ojo su posición de liderato que gano en buena lit.
En estos momentos de nuestra historia, también se ha visto tanta vocación
en ciertos medios noticiosos para inclinarse ante un liderazgo y a un gobierno
tan decidido a hacer de la prensa un instrumento de sus objetivos políticos y
tratan de engañar al pueblo olvidando que este pueblo conoce ya al ciego
durmiendo y al cojo sentado.
También muchos programas, en la radio como en la televisión, las redes
sociales son más escenarios de confrontaciones y sumisiones políticas que
canales reales de orientación y comunicación con el público.
La obscenidad que esto significa sólo tiene su par en la vulgaridad que
se escucha y observa en muchos de ellos con su comportamiento.
Vivimos en un tiempo donde los periodistas se preocupaban
antes por ocultar sus preferencias y compromisos. Hoy algunos los exhiben
con desparpajo y descaro. El éxito está asociado no tanto al talento como a la
agresividad.
Y el debido respeto al público se está convirtiendo en la excepción por parte de aquellos a los que no les sonríe ni el éxito ni la fama.
Y el debido respeto al público se está convirtiendo en la excepción por parte de aquellos a los que no les sonríe ni el éxito ni la fama.
La tragedia detrás de este fenómeno mediático radica en el hecho de que jóvenes que tenían futuro como líderes hoy no
parecen muy dispuestos a esperar su turno y observan este camino como el
más corto y provechoso, asumiéndolo así como un paradigma del lambeojismo y la mentira mediática.
La lealtad que se observa en ellos por sustentar unas posiciones en el gobierno es gaje del oficio a una causa partidista, que sin duda es una vergüenza para el pueblo pensante.
La lealtad que se observa en ellos por sustentar unas posiciones en el gobierno es gaje del oficio a una causa partidista, que sin duda es una vergüenza para el pueblo pensante.
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