LOS DERECHOS NO SE MENDIGAN SE EXIJEN
Por José Cheo Cruz
Los derechos no se
mendigan, se arrebatan. Eso nos enseñó, con su estilo encendido y su lenguaje
bíblico, el inconmensurable José Martí. Y así ha de ser. Sobre todo, cuando
existe un poder avasallante que los desconoce, solamente por miedo.
Los
alcaldes, Legisladores y funcionarios de Puerto Rico se creen ser dueños del
país. En sus manos está la suerte de todos los habitantes del pedazo de tierra
que eufemísticamente llamamos municipio y país, pero que en realidad es una
aldea distribuida entre los caciques que integran el Comité Político del
Partido en el poder de cada pueblo, maquinaria electoral experta en comprar o
robarse las elecciones cada cuatro años.
Tanto es
así que estamos seguros que aprobarán nuevos préstamos continuando el
endeudamiento externo irresponsable; el tráfico de influencia, la corrupción y
la impunidad estarán garantizados por una justicia parcial y corrupta, que solo
responde a la ganga institucional de los partidos que los nombran.
Es un hecho cierto que
todo el que abusa de su poder, es un cobarde. Y si emplea su poderío para negar
derechos, lo hace por miedo a que el titular de esos derechos se empodere y
adquiera la dignidad y el decoro de ejercerlos. Además, el arbitrario, el
arrogante, el autoritario, sabe que cuando los derechos se disfrutan como debe
ser, generan un ambiente que los convierte en una bola de nieve, que mientras
más se gozan, más se extienden, y logran alcanzar otros derechos de igual
naturaleza, que también son exigibles, los alcaldes del Noreste, que aplican
censura previa y quieren que los medios digan lo que a ellos les conviene, son
unos delincuentes violan la constitución federal en su primera enmienda y la constitución
de la colonia Estado Libre Asociado de Puerto Rico.
Por ejemplo, si un
hambriento logra ejercer su derecho fundamental a comer, entonces desea hacer
deportes, divertirse y estudiar. Y si logra estos otros derechos, luego quiere
un buen trabajo y un medio ambiente sano, una vivienda digna y servicios de
calidad para su salud. Poco faltará para que reclame seguridad social, y así
sucesivamente y se lo niegan las autoridades que tenemos hoy día.
Los poderosos alcaldes,
legisladores y candidatos sin vocación de servicio y sin sensibilidad social
saben o intuyen cómo opera ese desarrollo dialéctico de los derechos de las
personas, cuando ellas se convierten en sujetos. Por eso se empeñan en negarlos
con prontitud, para matarlos antes de su desarrollo. Sin embargo, por presiones
de la comunidad internacional, y por la necesidad que tienen de aparentar que
son civilizados, los reconocen formalmente, haciéndolos constar en la
Constitución de Puerto Rico. Los llamados derechos económicos y sociales, consagrados
en nuestra Carta Magna, son las mejores pruebas de esos derechos. Existen para
que sirvan de vitrina es un simple pedazo de papel.
Ciertamente, así es. Hasta
se han elaborado inteligentes teorías constitucionales para liberar al Estado
de la presión que puede recibir si las grandes mayorías nacionales empobrecidas
reclaman los derechos económicos y sociales, tales como la alimentación y la
salud; la protección a los menores, al consumidor, a las personas de la tercera
edad, a los discapacitados; el derecho al trabajo, a la educación, el deporte
es una parte integrar de la educación etc.
Esos derechos son
calificados como prestacionales. Y con esto desean colocarlos en una esfera
diferente a los derechos fundamentales puros y simples. La finalidad es
liquidar la potencialidad de exigibilidad que tienen. Para reforzar este
objetivo, alegan que son dependientes de las posibilidades presupuestarias del
Estado, como si fuera posible la existencia de un derecho sin costos. Más
todavía, los convierten en derechos sin garantías, lo cual es un contrasentido,
porque no hay derechos sin garantías. Más terrible todavía, los sitúan como no
exigibles judicialmente.
Ahora bien, todos los
derechos fundamentales que la Constitución consagra, están protegidos por las
garantías que ella instituye, y son exigibles judicialmente y si no por la mala
en las calles, exigiendo y arrebatándole nuestros derechos, al igual la
igualdad de derechos a los americanos tenemos que salir a las calles a exigir nuestros
derechos no a rogarlos de rodilla.
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