¿Y COMO ES LA VAINA?
Por José
Cheo Cruz
Eh aquí el
estribillo de un “merengue de calle”. Un “mambo callejero” que la cultura
popular dominicana ha hecho suyo, con esa irreverencia con la que se expresa el
pueblo dominicano en ocasiones de chercha.
Para la Real
academia, una “vaina” es “una funda de material flexible para guardar armas o
herramientas” y eso inevitablemente nos refiere al machete, cosa que, sirviendo
como utensilio de trabajo de nuestros campesinos, fue utilizada desde tiempos
inmemoriales, como el arma fundamental de nuestras epopeyas para los cortadores
de la caña y los agricultores ya desaparecidos y las discordias y peleas entre
vecinos eran dirimidas con el machete en la mano y las guerras también de ahí
Los Macheteros.
Instrumento
“forjador de libertades”, que no pocas veces también fue el objeto de nuestras
querellas intestinas, y de muchas de nuestras desgracias. La “vaina” alude
también a cualquier cubierta o baqueta, pero igualmente a la contrariedad, a la
desazón, a la inutilidad y a la vagancia.
Para el
dominicano, y el puertorriqueño que lo ha adoptado una “vaina” es cualquier
cosa con la que no queriendo entrar en detalles, se valora o se desvalora. Una
“vaina” es una cosa con mucha o poca importancia. Una cuestión, un asunto de tamaño
variable, que puede ser “vainita”, o “vainota”. El criollo dominicano y Boricua
sazona su sentido con picardía, y así dice que se le “echa una vaina” a
alguien, cuando se le propina un mal, o se le atribuye a un sujeto que está
“echando vainas”, cuando presume de algo.
Eso de
tenerse como “gran vaina” nos refiere a la vanidad. Pero se dice “tamaña vaina”
cuando la expresión nos denuncia un problema, una dificultad. La “vaina” está
color de hormiga o esa “vaina” está que pica.
Aunque de
uso en otros países, sólo en República Dominicana se usa con la prótesis del
“concho” no atenuado, y cuando se hace, resulta en tono de queja: ¡Concho, que
vaina! Nos “envainamos” o nos “envainan”, y hay hombres y mujeres que son
“vaineros” por naturaleza.
La “vaina”
viene del latín “vaginam”, y eso de forma inadvertida, siembra la curiosa voz
en ese doble sentido que caracteriza la gracia del dominicano, y entonces,
“vaina” es eso mismo, exactamente eso que alude al machete y su vaqueta. Por
eso se puede ser una “mala vaina” cuando se es mal amante y un “vainero” o
“vainera” cuando se presume de lo contrario.
La “vaina”
es lo malo y lo bueno. Lo corriente o lo excepcional. Lo especial o lo
simplista. Hay “vainas” regulares. “Vainas” terribles y menos malas.
Soportables e insoportables. “Vainas que guindando” parecen esas cosas que
cuelgan. “Vainas” que no podemos seguir soportando más.
Una “vaina”
mala, es al fin y al cabo una “fuñenda” y una “vaina” buena, podría ser “la
última articulación de la esperanza”. No tener luz ni seguridad social. Carecer
de un sistema de salud. No tener acceso a la educación y a la cultura. Vivir
sin techo. Sin agua potable. No tener empleo o perderlo de repente, es una
“tremenda vaina” que ya “va para largo” y el gobierno del PPD es una gigantesca
vaina.
Una
democracia vacía de contenido social. Una democracia que funciona sólo para un
grupito de “vaineros” nos hace pensar que “para “vainas” ya está bueno” o que
no hay nadie quien aguante esta “vaina” y los candidatos a gobernadores son
unos vaineros los dos principales Rickie Rosselló y David Bernier.
Vivir sin
seguridad ciudadana. Sobrevivir en una sociedad sin igualdad de oportunidades
es una “vaina” increíble. Votar cada cuatro años para que la “vaina” siga igual
o peor como luce ahora las elecciones en Puerto Rico. Conformarnos,
resignarnos. Apostar a que nos cojan de “pendejos”, es tremenda “vaina”. Tener
paciencia es una “vaina” inexplicable. Aunque la vaina de la droga nos esté
arropando. Aunque la delincuencia y la corrupción sean “la vaina nuestra de
cada día” los postulados son una vaina de corruptelas.
Creer que no
hay salida. Que todo está perdido. Que todo es más de lo mismo y que esta
“vaina” no la arregla nadie, es sencillamente una gran “vaina”. La “vaina”
buena es que, si nos da la gana, sí podemos cambiar la “vaina”. Que la Vaina
está caminando, y que, por cierto, es imprescindible Puerto Rico es una
verdadera vaina hoy.
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