A HECTOR VELEZ GONZALEZ (MACHUCHAL)
Por José
Cheo Cruz
¿Después de un adiós qué nos queda? Siempre he reflexionado que
la vida es un misterio por sí sola, y que la muerte aún sin comprenderla es aún
más misteriosa porque no conoce de lealtades, y muere en estricta amnesia.
Dicen que el ser humano se “alimenta de recuerdos”, porque son
estos los que mantienen vivas las almas, Machuchal nunca morirá para mí, sus
anécdotas gloriosas, sus recuerdos, sus consejos nuestras discusiones eternas,
pero nunca enojados, fuimos siempre hermanado, llevarte hoy a Cacao ¡Coño! ¿porque
Dios te mandaría a buscar a temprana edad de 68 años.
¿Y si no existiera la especie pensante para recordar?, ¿Acaso
pudiéramos ser testigos de la evolución de las especies y de los momentos para
contar? En el núcleo de nuestra mente siempre existirán los recuerdos de los
buenos momentos, momentos excelentes por 25 años con mi hermano en el deporte
del béisbol, aquellos que hacen posible cambiar un instante por alegría y que
me obligabas a reflexionar a cada instante.
Estos que nos ayudan a reír, a suspirar, a llenarnos de
esperanza y de bien común en el deporte y con Los Senadores de Trujillo Alto,
con Los Lobos, con los Gigantes de Carolina Doble A, con Carolina 21 waoooo hermano
me dejaste solo y acongojado.
Si hoy en día nos alimentamos espiritualmente es porque nos
llenamos de esperanza; es por esa razón que nos animamos a darle el sí quiero
al mundo y sé que no ha muerto tu legado vive y vivirá por siempre, fueron 45 años
que diste a la juventud Boricua, eres un verdadero héroe del deporte.
También por la fe y el optimismo nos motivamos a crear, y a
traer nuevos cerebros que nos llenarán de espontaneidad, pero tú eres
insustituible ¡Muchu!, ¡Chamaco! cono me dejas solo dando tumbos.
Después de un adiós queda mucha confianza, queda el momento para
planificar el reencuentro con las almas, espérame en el cielo si Dios me concede
ese privilegio porque sé y estoy seguro que tú ya está estacionado en tu nueva
casa en el cielo, guárdame un rezago allá.
Queda el convencimiento motorizado por el mañana, quedan las
lágrimas que algún día lograrán secarse para no llorar por dentro como estoy
ahora.
Quedan las comas, el intervalo abierto, el sí a medias, unos
ojos que anhelan despertar, y la satisfacción por el deber cumplido en el
deporte como nadie.
Después de un adiós queda también un punto seguido de aquel
recuerdo que no muere y que se no morirá.
Decir un hasta luego preciso para un alma merecida es oportuno
como mi amigo y hermano Héctor Vélez González (Machuchal). Adiós Machuchal
, a quien siempre admirare y recordare por su presente y por su
legado con la juventud de Puerto Rico, A sus Hijas, esposa y Nieta, Gracias por
dejarnos seres tan apreciados como Machuchal, ¡cómo se nos adelantó! ¡Caramba!
pero hasta luego hermano querido, nos veremos pronto, mi hermano en el cielo.
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