LA IMPUNIDAD POLITICA EN RIO GRANDE
Por José
Cheo Cruz
Si ustedes piensan que el único zaperoco de
marca mayor es el escándalo del alcalde Héctor O’Neill en Guaynabo se
equivocaron. En Rio Grande hay un lio con el alcalde Ángel “Boris” González y
no es de ropas y a tomates no huele.
El Alcalde de Rio Grande, está siendo
investigado por varias faltas administrativas por la Oficina del Fiscal
Especial Independiente y por faltas criminales por el Departamento de Justicia.
Como parte del proceso se están entrevistando y
tomando declaraciones juramentadas a testigos que son empleados de ese
municipio, a fin de constatar los hechos que dieron base a la querella radicada
contra este alcalde.
En el día de ayer la empleada municipal,
Ivelisse Rosado, quien se desempeña como agente comprador en ese municipio,
recibió una llamada amenazante donde utilizando vocabulario obsceno, fue
amenazada de muerte, por la Primera Dama de ese municipio.
Dicha llamada se alega se produjo desde un
teléfono de la misma Casa Alcaldía al teléfono celular de la perjudicada
durante horas laborables. La empleada en cuestión al verse amenazada fue al
cuartel de la Policía y allí radico una querella de amenaza contra la Primera
Dama de Rio Grande.
Dicha querella tiene el # 17-12-061-01328 de
fecha 7 de marzo de 2017, cumplimentada por el Agente Acemi- Placa #36667 del
Distrito de Rio Grande. No es la primera vez que la Primera Dama de Rio Grande,
utilizando un lenguaje amenazador, grosero y prepotente despotrica contra las
personas, incluyendo a un asambleísta municipal y a este servidor, quien
también hizo lo propio y radico una querella.
El problema en Rio Grande, es que no se actúa
porque hay mucho temor y nadie se atreve a meterse con ese tipo de gente que
sus torcidos lineamientos morales dejan mucho que desear.
Todos ellos son revanchistas y vengativos
empedernidos que creen tener el derecho plenipotenciario de tener impunidad
absoluta para cometer ese tipo de fechorías contra personas y funcionarios
públicos, que se atrevan a delatar sus acciones y a hacerles frente.
A esas personas que se creen tener el poder en
sus manos no les importa intervenir con una persona que es testigo del estado y
que le asisten unos derechos al amparo de las leyes, por haber dado cuenta de
la comisión de delitos contra la función pública.
Este debe de ser un País de Ley y Orden y NO uno
donde prevalezca el más que empuje y grite en base a la posición pública que
acomodaticiamente brinda el poder porque eso sería en todo caso un intolerable
régimen dictatorial represivo.
Lo que hemos visto con algunos alcaldes de este
País en estos días demuestra la intolerancia, la agresividad y la prepotencia
de muchos de esos factores de inconductas que se transmiten a sus más cercanos
seguidores unida a la complicidad silente producto de una conducta aprendida de
una sub-cultura de valores invertidos donde en tierra de ciegos, el tuerto es
Rey.
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