LOS BORICUAS ANDAMOS SIN FE
Por José
Cheo Cruz
Si las cosas siguen como
van, los puertorriqueños terminaran perdiendo totalmente la fe en sus
dirigentes políticos de todos los partidos, y en las instituciones gubernamentales
de nuestra frágil democracia. Esta afirmación no es especulación, es el fruto
de la observación cuidadosa de lo que ocurre en este país, donde la hipocresía,
la mentira, el fraude, la falsificación y otros expedientes innobles parecen
haber adquirido la estatura de instrumentos normales de lucha política es la
norma y la ley en los funcionarios.
Podría decirse que eso
no es nada nuevo aquí. La maquinaria de represión y hostigamiento que montan
ambos partidos mayoritarios es como si esto fuera una tiranía que recurre a los
más viles métodos de propaganda y acción políticas para desacreditar primero y
destruir luego a sus enemigos y adversarios en la posición de la vida social y
política. Lo que bien podría interpretarse que esos recursos son muy efectivos
para quienes creen que pueden calumniar, sean políticos o de otro orden ahora
creen las cosas, aunque las vean dependiendo quien las diga si la dice el FBI
es una ley si la dice el FEI, la secretaria de Justicia Wanda Vázquez o el
secretario de Hacienda o la jefa de la Policía no le creen.
Lo que se observa en la
investigación de la corrupción a nivel local, en el orden y procedimiento es
muy diferente al procedimiento por ejemplo Federal del FBI por esto el PNP no
es Estadista na’ y nunca lo serán, lo que verdaderamente son es administradores
de la colonia y usan la estadidad para catapultarse al el poder colonial y
luego ni te conocen, porque lo que son es buscones, y no son servidores públicos nada pero seguimos
agilizando todo para que ya paguen consecuencias por actos de corrupción.
Ahora bien, lo que es absolutamente inaceptable que a estas alturas el
encargado de la seguridad ciudadana Pesquera haga unas recientes declaraciones
que las marchas de los trabajadores y de los Universitarios contra la junta de
control fiscal y la crisis fiscal, la corrupción y la impunidad que vienen
realizándose en diferentes puntos del país, formen parte de un plan de
“desestabilización del gobierno”.
Definitivamente se
percibe una amenaza que pretende impedir que los ciudadanos continúen
ejerciendo su derecho constitucional de manera pública y pacífica.
La calumnia es una
sucia, vil y artera arma política cuya invención se remonta a los comienzos de
la historia escrita; quizás eso se deba a que la verdad nunca ha sido una
mercancía de mucha demanda en la política. Esta execrable modalidad de expresar
el pensamiento tiene que ser erradicada de nuestro medio, si es que vamos a
salir de la profunda crisis en que hoy estamos sumidos. Y todos los puertorriqueños
estamos en el deber de hacer un esfuerzo consciente y decidido para devolver a
las palabras su correcto significado, así como usarlas con el debido respeto,
tanto a la dignidad de nuestros semejantes como a la verdad misma que tanto le
huyen los políticos que tenemos.
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