TOO LITLE TOO LATE
Por José Cheo Cruz
Vemos como el gobernador Ricardo Roselló
pretende imponer medidas draconianas para atender el asunto de la criminalidad
que experimenta nuestro País de costa a costa. Ahora mediante un reglamento de
la policía que ha sido enmendado, se abre la puerta para que los policías,
puedan trabajar en negocios privados con el uniforme y todo el equipo que le ha
sido dotado por el estado para ejercer sus funciones de orden público.
En otras palabras, usted no se debe extrañar
cuando vea policías de plantón haciendo vigilancia en puestos de gasolina,
farmacias y colmados. Esta situación de entrada genera muchas interrogantes y presentan
grandes conflictos de intereses que se asoman a la vista. Habida cuenta hay, de
cómo son criollisadas y adulteradas las cosas en este País, un agente del orden
público no debe existir esa relación de favoritismo que iría a existir y a
generarse entre una relación obrero patronal con esos potenciales clientes. Eso
inclinaría la balanza en algún posible caso de denuncia o querella que surja
contra un familiar del contratante y el contratado, lo que tendrá el efecto de
aumentar la corrupción en este País. Como se va a pretender que los policías utilicen
su arma de fuego y otros accesorios para generar ingresos y a otros empleados
públicos no se le permita utilizar bienes públicos o propiedad para ese fin.
Además, la constitución del E.L.A. de fecha 25
de julio de 1952, dispone en su artículo VI lo siguiente: “Solo se dispondrán
de las propiedades y fondos públicos para fines públicos y para el
sostenimiento y funcionamiento del estado y
en todo caso por autoridad de ley”. Esto está muy claro, un reglamento de
por si, no puede ir por encima de ninguna ley y mucho menos de nuestra
constitución y ese es el estado de derecho actual. En otras palabras, si no se
enmienda la constitución ese reglamento aprobado, seria inválido y nulo de su
faz. A la verdad que estas soluciones draconianas y simplistas que se toman en
La Fortaleza, sin medir las consecuencias legales y otros aspectos, que dejan
mucho que desear de la capacidad de sus moradores. Esto demuestra que allí en
el Palacio de Santa Catalina, hay un super hábit de inexperiencia, pero a su
vez hay déficit de razonabilidad y acierto que tienen la tendencia de hundir
más a este maltrecho País.
El problema de la criminalidad en este País, no
se resuelve aplicando medidas que promueven los problemas de todas las demandas
que lloverían, ante cualquier acto de negligencia contra los policías
interventores en negocios privados.
Para ir apaciguando gradualmente esta crisis de
criminalidad, hace falta fuerza de carácter para tomar las medidas adecuadas,
fuera del marco de visión política-partidista que solo beneficien al Pueblo,
que es la peor víctima de la criminalidad. En este País todos los encumbrados
se sienten y están seguros porque ellos tienen a su disposición quién los
proteja y les vele el sueño, NO así los que padecemos los rigores de sobrevivir
diariamente en llegar sanos y salvos a nuestros hogares. Como dicen allá en el
Barrio Chupallos de Ceiba, “Too little…too late”.
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